लोस परैसोस दे गोमेज़ Oropeza


Alejandro Gómez Oropeza
El Maestro del color y su Paraíso


Gomez Oropeza, nace en 1963 en la ciudad de México, Arquitecto titulado pero artista de profesión desde hace más de 20 años que ha logrado un lugar privilegiado dentro de la plástica de nuestro país. Dentro de su impresionante currículum, exposiciones en París, Estados Unidos y en los recintos más importantes de México.

Su obra ha sido expuesta en lugares tan importantes como el Museo de Antropología de la Ciudad de México, el aeropuerto internacional de la misma ciudad, el centro de Estudios Casa Lamm, el Centro de Exposiciones Expo Bancomer Santa Fe, La Galería de Torre Mayor y Los hoteles Camino Real, por mencionar solo algunos, forma parte también de colecciones particulares tan importantes como la del Grupo Angeles, Los hoteles Ramada y los mismos Hoteles Camino Real.

Entre sus trabajos más reconocidos la imagen seleccionada para la Botella más valiosa del mundo, la del Tequila Ley 925, con la que entro al libro de Records Guiness.

Su última serie “Paraíso” se presento a finales del 2010 en el Salón Terraza Virreyes, de Camino Real Polanco, reunió allí más de 40 cuadros, a todos los medios de comunicación, coleccionistas y por supuesto a grandes amigos, con los que celebro su XX aniversario como artista.

Cuando le pregunte a Alejandro, ¿Por qué Paraíso? me respondió que su trayectoria como artista lo ha llevado justamente a eso, a descubrir que existe un paraíso de color en su interior, que esta listo cada día para salir y transformarse en una obra de arte; eso justamente, es lo que a mi me expresa su obra, podría escribirles una crítica formal sobre los cuadros de este maestro, pero siempre que hablo de esta serie en particular, me remito a los paraísos soñados o a los paraísos perdidos de Milton, a un lugar donde el color se transforma en vida y lo envuelve todo, convierte un instante efímero en la eternidad del gozo, en el sitio justo donde deja de importar la temporalidad y el color se transforma en música, en ritmo y armonía, el lugar donde la figura pierde identidad, simplemente por que no la necesita, vive su sensualidad, su acorde resuena en nuestro sentido estético y permanece en ese pequeño espacio, en el que todos nos refugiamos cuando lo externo nos abruma, un calido universo húmedo, acogedor y pacífico que vive en nuestra memoria, por que es el sitio al cual todos en nuestro orígen pertenecemos, pero al que solo unos pocos, con este grado de genialidad saben vivir en el día a día.

Alejandra Del Río
9 de Junio del 2011

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